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El sector textil empieza a salir de la UCI gracias a la incipiente vuelta de producción deslocalizada a miles de kilómetros. El sector pide mayor implicación de grandes como Mango o Desigual.
ECONOMIA. Cataluña se encuentra a las puertas de recuperar parte de su época dorada en la industria textil. La crisis que ha afectado al sector en los últimos años, traducido en el cierre de firmas históricas, ha quedado atrás y las empresas de confección supervivientes de ese tsunami tienen una segunda oportunidad gracias al creciente fenómeno de la relocalización de la producción.
Si hace más de una década la norma era que las cadenas de moda se dirigiesen a mercados, principalmente asiáticos, para abastecerse de producto más barato y las empresas locales cerrasen sus centros de producción y mantuviesen aquí sólo la actividad comercial, ahora la estrategia ha dado un giro. La demanda de series cortas de producto, la necesidad de poner de forma rápida en el mercado colecciones y la mejora de condiciones laborales en países lejanos hacen que ya no resulte tan rentable acudir a proveedores lejanos.
Estudios del Centro de Información Textil (Cityc) y del centro tecnológico Fitex estiman que la industria textil en España tiene capacidad para asumir un 30% adicional a la ocupación actual. Para David García, director del Clúster Textil y Moda de Catalunya (ACTM) y gerente de la agrupación textil Fagepi, «es evidente que se está produciendo un cambio de tendencia.
Han mejorado indicadores económicos que demuestran que es una realidad: ha crecido la producción y la ocupación, algo que se ha producido de forma sostenida durante los últimos 12 años». Eso sí, partimos de niveles muy bajos, ya que, según apunta, en los últimos 15 años ha bajado un 50% la producción textil en el conjunto de España y el consumo de moda ha bajado en valor un 30%.
García no sólo destaca los buenos indicadores macroeconómicos. «También hemos detectado desde la Fagepi y en el clúster que en términos de empleo nos están pidiendo perfiles profesionales más especializados, por el aumento de la ocupación. Otro fenómeno, es que las empresas han vuelto a realizar inversiones destinadas a comprar maquinaria».
El responsable del clúster cree que en un momento en el que el textil se encuentra en proceso de crecimiento, una apuesta de los grandes como Desigual y Mango por apoyarse más en proveedores catalanes tendría un efecto positivo por el sector. Estos operadores no han ofrecido datos sobre su producción en proximidad. «Si las distribuidoras enfocaran una parte de su negocio se notaría muchísimo, aunque son negocios privados y cada uno tiene su estrategia», indica. En este sentido incide, «vivimos en un mundo globalizado y no hay culpables».
Consumidores dispuestos a pagar un plus
Otro punto que juega a favor del repunte de la producción en Catalunya es el hecho de que «hay mercados en los que los consumidores piden producto europeo. Que sea hecho aquí sin importar pagar ese plus», sostiene.
En este sentido, comenta la iniciativa promovida por el ayuntamiento de Igualada (Barcelona) y la Fagepi que han puesto en marcha la feria BSTIM (cuyos acrónimo en catalán significa vestimos). La feria se celebrará a finales de febrero en la localidad catalana, una de las cunas tradicionales del textil en la comunidad. Se trata de un salón profesional «para dar respuesta a las necesidades de aprovisionamiento en proximidad de pieza acabada de marca y distribuidores del sector de la moda».
La misión de la feria es facilitar que se establezcan relaciones comerciales entre empresas industriales textiles y gestores de producción de prendas de moda con marcas y distribuidores europeos. El propósito es que las empresas se olviden de producir en Asia y apuesten por dar trabajo al tejido local.
Es precisamente Igualada uno de los municipios que más está trabajando para hacer crecer de nuevo la industria local. Según explica la concejala de promoción económica del municipio, Àngels Chacón, el textil es un sector clave, ya que cuenta con más de un centenar de talleres y un total de 143 empresas de las que dependen 2.700 familias. En los últimos años, desde el consistorio han elaborado un plan de acción para captar producción. El proyecto es lograr que todos los actores implicados en la cadena trabajen de forma coordinada para ser más atractivos.
La fórmula, según Chacón, ha funcionado y esta estrategia conjunta se ha traducido en la puesta en macha de una planta de prototipados, que ha atraído la fabricación de más de 100.000 piezas de ropa y una facturación conjunta más de un millón de euros. Para este 2015, la meta se ha fijado en duplicar esas cifras y lograr atraer 200.000 piezas de ropa. «Hemos creado unas dinámicas de trabajo, se han producido contrataciones especializadas… ha habido un acercamiento a Inditex», explica la concejala como resultado del plan de reindustrialización.
Chacón se muestra satisfecha de que iniciativas como las de Igualada ayuden a revitalizar a un sector que «muchos daban por muerto».
Rápido consumo, clave para la vuelta del textil
Laura Ortiz, gerente de Textil Ortiz, un empresa familiar de segunda generación, sostiene que la compañía sí se está viendo beneficiada de esta corriente de empresas que necesitan abastecerse en proximidad. «El proceso de reindustrialización es todavía incipiente», sostiene. Este giro en las demandas de las empresas textiles ya empezó a notarse, según explica, en 2013.
Esta creciente demanda viene determinada por la necesidad de un nuevo consumo rápido que se fomenta, por ejemplo, desde diversos canales como los blogs de moda. La instantaneidad con la que deben atender las cadenas a sus potenciales clientes les obliga a mirar a su proveedor local para poder satisfacerla.
En los peores tiempos de la crisis, Textil Ortiz se mantuvo por operar a contracorriente y no deslocalizar. «Nunca nos planteamos cesar la producción y dedicarnos únicamente a ser una compañía comercial», explica la gerente. Su especialización son los forros, la parte interior de la prenda, de la que elaboran una colección propia y también codo a codo con el cliente de moda.
Otra empresa del sector, Naulover, que produce de forma íntegra en Catalunya, sólo ve riesgos en contar con proveedores a miles de kilómetros. «Las prendas producidas en según qué mercados son todas iguales. Y hay aspectos como los costes de transporte, la logística, que hacen que el proceso se complique», indica Carme Noguera, directora general de la compañía. La empresa siempre ha optado por producir aquí.
«Si confío a un proveedor lejano una muestra, esta tarda muchísimo. La espera es infinita. Sólo en cercanía se pueden hacer los cambios y rectificaciones constantes que se necesitan». En este sentido incide, «si lo mando lejos, he de rezar y plantearme que tendré que aceptar lo que llegue porque no tendré tiempo de rectificarlo».
Naulover, que cuenta con tiendas propias, se distingue por una producción de punto de calidad. Por este motivo, la empresaria señala que es necesario utilizar hilos especiales, que son elaborados sólo para ellos, lo que beneficia a la industria local. «Nada de hilos estándar que utilizan la mayoría. Nuestra confección es artesanal, de taller, uno a uno».
Para ella el regreso del textil todavía está por llegar. «Oigo hablar de ello. Pero hay muchos talleres que no tienen trabajo». También es de la opinión de que son las grandes cadenas marquistas las que «tienen la sartén por el mango» para que se dé definitivamente un giro. Noguera cree que otro aspecto que puede llevar a mejorar la producción en Catalunya es el cambio que se está produciendo en la mente del consumidor. «La época de usar y tirar y contar con un armario nuevo ha pasado. El consumidor tiene conciencia, ya sea por la crisis o por cambio de hábitos», asegura. Además, considera que el consumidor debe plantearse si quiere desentenderse de las condiciones laborales que se aplican a trabajadores en algunos mercados. «No podemos mirar a otro lado», recalca.
Se crece, pero a un ritmo lento
Por su parte, Andrés Borao, secretario general de Texfor (Confederación de la Industria Textil) cree que el fenómeno de reindustrialización también se está produciendo de forma lenta. «No se están produciendo crecimientos como he podido escuchar del 15% ni crecimientos en empleo de miles de trabajos», sostiene. De hecho, cree que la reindustrialización no se va a producir con el mismo ritmo que se hizo la deslocalización.
En su opinión, han jugado un papel clave los costes, como los del transporte, que han sido importantes en este proceso. Aunque desde la Administración se está promoviendo que los diseñadores catalanes produzcan en proximidad, «con buena voluntad no se arregla el problema de la deslocalización». También cree que las grandes marcas catalanas textiles tienen mucho que decir. «Que tienen políticas de marca globales que no se asientan en ningún lugar concreto». Es crítico con el uso que hacen algunas de estas firmas de la marca Barcelona. «Como aparador es muy bonito, pero ni el producto ni la confección se hace aquí».
El secretario de Texfor ve sin embargo con optimismo el aumento que están experimentando las exportaciones, no sólo en moda, sino también en tejidos técnicos, por ejemplo. También cree que el sector ya ha adelgazado muchísimo y que lo peor ya ha pasado. «Es una pena que empresas con clientes hayan cerrado únicamente porque no tenían crédito», indica. Borao alerta de los riesgos de ir en busca de los proveedores más baratos foráneos: «Cuando en Bangladesh resulte caro producir, habrá otros mercados a los que podrán dirigirse las empresas».
Fuente: El Economista.